Introducción
El desarrollo de una dieta nutritivamente equilibrada para una especie silvestre siempre es un reto para quienes se desempeñan en zoológicos, pero este reto se multiplica cuando de especies “superespecialistas” se trata. Los tamanduás (T. tetradactyla y T. mexicana) habitan la región central y sur de América. Son insectívoros, alimentándose exclusivamente de hormigas y termitas de diversas especies en las diferentes épocas del año (Montgomery, 1985a). A pesar de lo dicho, Meritt Jr. (1976) opina que además de hormigas, termitas y sus larvas los tamanduás ingieren otros insectos, como así también ocasionalmente frutas.
Una nutrición inadecuada o incompleta ha sido una de las causas de falta de adaptación y fracasos en el intento de mantener a estas especies en cautiverio (Meritt Jr., 1976; Ward et al., 1995; Oyarzun et al., 1996). Por otra parte los ejemplares que llegan a los zoológicos americanos en general lo hacen en muy malas condiciones (Crandall, 1964; Meritt Jr., 1976; Pérez Jimeno, 2003) lo que se traduce en altas tasas de mortalidad en el primer año de cautiverio.
Lo cierto es que a la hora de alimentar a los tamanduás en los zoológicos sudamericanos la situación es complicada, ya que en la mayor parte de las instituciones no poseen los conocimientos mínimos sobre el género, además de no disponer de muchos de los productos comerciales que sugieren especialistas de USA o Europa, o los costos de los mismos los convierten sencillamente en inaccesibles.
Alimentación en la naturaleza
Montgomery (1985a) encontró en la isla de Barro Colorado, Panamá, que los tamanduás enfocaban su dieta en una especie de hormiga durante cada período de alimentación, no siendo la misma especie día a día o de un individuo a otro. Las hormigas preferidas por los tamanduás fueron Procryptocerus belti y Crematogaster sp. Estas junto a una especie que no se pudo identificar sumaron el 45% de las hormigas de la dieta (Montgomery, 1985a).
Según Lubin y Montgomery (1981: citado por Oyarzun et al., 1996) consumen tanto termitas como hormigas pero con aparente preferencia por las castas reproductivas y trabajadoras sobre los soldados. Dolichoderus y Azteca son insectos conocidos por defender agresivamente sus nidos y aún cuando les producen dolorosas picaduras son importantes presas para los tamanduás (Lubin y Montgomery, 1981; citado por Redford, 1987). Pernalete (1999) opina que los insectívoros en general tienen altos requerimientos de proteínas alcanzando niveles de 30 a 37%, semejante opinión le merecen a Meritt Jr. (1976) los niveles necesarios para los tamanduás.
Redford y Dorea (1984) publicaron que los tamanduás en libertad consumen dietas con rangos de proteína que varían entre 30 y 65%, y con 10 a 50% de grasa, debiéndose estas variantes al rango de diferencias bromatológicas existentes en los insectos consumidos. Por otra parte la proteína no es necesariamente proteína disponible, ya que parte de ésta proviene del cálculo de nitrógeno del exoesqueleto (Redford y Dorea, 1984).
La dieta natural de los tamanduás es alta en proteínas, moderada en grasas, variable en vitaminas y baja en minerales (Tabla 1; Oyarzun et al., 1996).
TABLA 1.
Análisis bromatológico del contenido estomacal de tamanduás silvestres en Venezuela.
Dietas ofrecidas en cautiverio
Para alimentar a los Xenarthras se han utilizado tantas dietas como instituciones los han mantenido en cautiverio. Pero lo cierto es que sólo recientemente se ha comenzado a realizar estudios sobre las composiciones de las mismas. En el año 1992 Trusk et al. llevaron a cabo un estudio en zoológicos de Sur y Norte América con el fin de analizar las dietas ofrecidas a los tamanduás. En dicho trabajo se determinó que las dietas en zoológicos sudamericanos se encontraban deficientes en uno o más nutrientes incluyendo proteína, niacina, biotina, vitamina E, hierro y zinc. Mientras que los análisis de las dietas de los zoológicos norteamericanos revelaron un alto contenido de grasa, vitaminas A y D, y calcio en algunos casos. Por ende, podrían esperarse anormalidades esqueléticas y mineralización de tejidos blandos como resultado del consumo de las mismas (Graham et al., 1996). Los valores promedios obtenidos de las dietas de los zoológicos norteamericanos por Trusk et al. (1992) se detallan en la Tabla 2.
TABLA 2.
Valores promedios de los análisis de las dietas utilizadas en tamanduás (T. tetradactyla y T. mexicana) de los zoos norteamericanos.
Beresca y Cassaro (2001) reportan una dieta utilizada en el zoológico de São Paulo con la cual han mantenido satisfactoriamente sus tamanduás hasta la segunda generación. La misma es similar a la analizada en el presente estudio y se basa en leche de soya, alimento para perro, huevos de gallina, carne molida de bovino, frutas y suplementos vitamínicos y minerales. Con las dietas que contienen carne suelen presentarse problemas con las fibras de ésta que se enredan en la lengua de los animales causando trastornos que pueden desencadenar en la muerte del individuo (Vogt, pers. comm.). Las dietas formuladas con alimentos balanceados para perros y/o gatos evitan los problemas mencionados; por otra parte son más fáciles de conservar, no se contaminan con salmonella y no presentan los problemas de intolerancia a la lactosa, que se pueden ver con las dietas en las que se utiliza leche (Gillespie, 2003).
El desarrollo de diferentes patologías como la hiperostosis vertebral observada en tamanduás del Zoológico de Toronto, cuyas lesiones pueden deberse a excesivas concentraciones de vitamina A y D en el alimento (Crawshaw y Oyarzun, 1996) han llevado a realizar muchos cambios en las dietas ofrecidas a estas especies.
En el año 2002, Aguilar y colaboradores reportan que dos osos hormigueros gigantes (Myrmecophaga tridactyla) murieron a causa de problemas cardíacos similares a los provocados por la deficiencia de taurina en gatos, por lo que este aminoácido deberá tomarse en consideración también en las dietas ofrecidas a tamanduás.
El Disney's Animal Kingdom (DAK) ha utilizado para sus tamanduás una dieta basada en jugo de manzana, bizcochos para primates, Linatone®, mangos, bananas, Iams cat food®, y tenebrios (Tenebrio molitor). Esta dieta fue analizada utilizando el software Zootrition® y se obtuvieron algunos de los siguientes resultados presentados en la Tabla 3 (Valdés, pers. comm.)
TABLA 3.
Resultado del análisis de la dieta utilizada en el Disney's Animal Kingdom para la alimentación de los tamanduás.
Materiales y Métodos
La dieta en estudio fue utilizada para la alimentación de cuatro ejemplares de tamanduás en el Zoológico de Rosario, Argentina y el Zoológico La Aurora, Guatemala y a lo largo de ocho años. En el Zoológico de Rosario se logró la reproducción exitosa de T. tetradactyla, con un nacimiento en el año 2003. La fórmula administrada en el Jardín Zoológico de Rosario y La Aurora, es básicamente la misma con pequeñas variantes debidas a la disponibilidad de los componentes en cada país. Por lo dicho en Argentina se utilizó carne magra vacuna, en vez de la equina utilizada en Guatemala.
Composición de la dieta analizada:
½ banana
½ manzana
1 yema de huevo
100 g de carne de caballo
40 g de alimento para bebé (Nestum 4 Cereales, Nestlé®)
40 g de leche deslactosada (Delactomy, Dos Pinos®)
10 mg de vitamina K
1 tableta de vitaminas y minerales para perro (Pet-A-Min®)
350 ml de agua pura.
Todos los ingredientes son licuados hasta alcanzar la consistencia semilíquida.
La dieta recién preparada y envasada en frasco seco y estéril fue remitida para su análisis el 21 de abril de 2003 a la Universidad de San Carlos de Guatemala, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Escuela de Zootecnia, Unidad de Alimentación Animal, Laboratorio de Bromatología, bajo la identificación “Dieta Tamanduá” para su análisis. Posteriormente se analizó la dieta con el programa de nutrición informático Zootrition® (Versión 1.0.0, Wildlife Conservation Society, USA, 1999). A la base de datos de dicho programa se agregaron los ingredientes utilizados en el mercado guatemalteco y se utilizó la información nutricional del empaque de cada producto.
Resultados
Todos los animales aceptaron muy bien la dieta, sus heces fueron consistentes y de emisión regular. Ninguno de ellos desarrolló patologías digestivas a lo largo de estos años, como tampoco ninguno de ellos mostró signos clínicos de trastornos osteoarticulares. A dos de los ejemplares (Zoológico de Rosario) se les evaluó radiológicamente durante el desarrollo, y se pudo observar una buena mineralización de los huesos largos.
Los resultados del análisis bromatológico fueron expresados en Base de Materia Seca y Base de Materia Húmeda (Tabla 4).
TABLA 4.
Los resultados del análisis bromatológico.
Los resultados del análisis con el software Zootrition® se expresan en dos formas. La Tabla 5 presenta los nutrientes más importantes y la Tabla 6, el total de ingredientes que el programa puede analizar. El total de energía bruta provisto por la dieta fue de 151.60 kcal, lo que representa 1.04 kcal/g/M.S.
TABLA 5.
Análisis de los nutrientes más importantes hallados por Zootrition®.
TABLA 6.
Análisis del total de ingredientes evaluados por el Zootrition®
Discusión
Proteínas
La dieta en estudio proveyó 27.31% de proteína cruda, valor que resulta ligeramente menor al nivel mínimo (30%) que publicaran Redford y Dorea (1984), Pernalete (1999) y Meritt Jr. (1976) como convenientes para los tamanduás en condiciones controladas. Por otra parte este valor fue semejante al de la dieta del DAK (26%; Valdés, pers. comm.) y al promedio de los zoos norteamericanos (28%; Trusk et al., 1992).
A pesar de lo expuesto el valor de proteína cruda del estudio es muy inferior al encontrado por Oyarzun et al. (1996) en los estómagos de los tamanduás silvestres (50.85 ± 1.64%). Por lo tanto habrá que estudiar la conveniencia de un incremento de las proteínas en la dieta. Una posible fuente de proteínas serían los tenebrios (Tenebrio molitor), gusanos utilizados con asiduidad en dieta de otros insectívoros tales como los primates callitrícidos y aves insectívoras, por aportar concentraciones de proteína del 48%.
Como fuera propuesto por Aguilar et al. (2002) la presencia del aminoácido taurina en la dieta de myrmecophágidos es de gran importancia. Lamentablemente en los estudios realizados no se logró determinar este aminoácido. Si bien es cierto que la carne de caballo utilizada en Guatemala aporta 1.4 g/kg (Bechert et al., 2002) lo que podría ser suficiente para los tamanduás, en el zoológico de Argentina la carne utilizada fue bovina, en este caso no se puede postular que la concentración fuese suficiente.
Grasas
El valor de grasa cruda encontrado por los autores (14.39%) es ligeramente inferior al publicado por Trusk et al. (1992) de 16%, y semejante al hallado en contenidos estomacales estudiados por Oyarzun et al. (1996) de 11.2 ± 2.89%.
Energía bruta
En la dieta en estudio se determinó un valor de energía bruta equivalente a 1.04 kcal/g, considerablemente menor a los 4.58 ± 0.53 kcal/g encontrados en los estómagos de los tamanduás silvestres (Oyarzun et al., 1996) y casi la mitad del valor obtenido de la dieta del DAK (2.01 kcal/g), por lo que se deberá considerar el incremento de la energía bruta de esta dieta.
Minerales
Los análisis determinaron un valor de calcio (0.47%) que triplica largamente al del estudio de Oyarzun et al. (1996) de 0.11 ± 0.03%, y a su vez es notablemente inferior al hallado por Trusk et al. (1992) de 1.3%. Mientras el valor de fósforo (0.32%) es apenas inferior al de los estómagos de los tamanduás (0.41 ± 0.04%); pero casi la mitad del publicado por Trusk et al. (1992) de 0.6%. A pesar de lo expuesto Crawshaw y Oyarzun (1996) recomiendan dietas con menos de 1% de calcio, por lo que según esa opinión se podría considerar aceptable el valor utilizado encontrado en la dieta en estudio.
Por otra parte se considera importante resaltar la relación Ca:P (1:1.5), que en la dieta estudiada coincidió con la relación generalmente recomendada. Los valores de sodio y potasio obtenidos en este trabajo fueron semejantes a los hallados en los estómagos de los tamanduás por Oyarzun et al. (1996). Las mayores diferencias encontradas con los valores de la naturaleza correspondieron a cobre (1.91 contra 28 ± 2.68 ppm), hierro (79.67 contra 2748 ± 775 ppm), selenio (0.07 contra 3.75 ± 2.75 ppm), zinc (25.57 contra 190 ± 22 ppm) y manganeso (0.00% contra 82 ± 21 ppm) siendo los primeros valores expresados los correspondientes al análisis de la dieta en estudio y los segundos los encontrados por Oyarzun et al. (1996). Estos bajos valores concuerdan con los obtenidos por Trusk et al. (1992) para el cobre, hierro y zinc en los zoos norteamericanos. Por lo expresado se deberá rever especialmente los valores de cobre, hierro, selenio, zinc y manganeso de la dieta estudiada.
Vitaminas
Los valores de vitamina A de la dieta en estudio son inferiores a los del DAK, pero superiores a los utilizados en los zoos norteamericanos (Tabla 7), mientras que los valores de vitamina D3 son superiores a los valores encontrados en los demás zoológicos. Adicionalmente, los valores de ambas vitaminas son sensiblemente superiores a los niveles recomendados por Crawshaw y Oyarzun (1996) y superiores a los niveles encontrados en ejemplares silvestres. El valor de retinol hallado en los estómagos de los tamanduás silvestres fue en promedio 2.52 μg/g, lo que equivale a 7.5 UI/kg de vitamina A (factor de conversión: 0.3 μg de retinol = 1 UI). Por todo lo expresado arriba se deberá disminuir, o quitar totalmente, la suplementación con las vitaminas A y D3.
TABLA 7.
Comparación de los valores de vitaminas analizados en las diferentes dietas.
La vitamina E está presente en la dieta evaluada con un valor que representa más del doble del nivel publicado por Oyarzun et al. (1996) para ejemplares silvestres. Estos últimos autores hallaron 44.35 ± 11 μg/g de α tocoferol, lo que equivale, en promedio a 66.08 UI/kg de vitamina E activa (factor de conversión: 1 μg = 1.49 UI).
En la dieta evaluada se determinó la presencia de 309.17 mg/kg de ácido ascórbico, pero Oyarzun et al. (1996) no lo hallaron al estudiar los contenidos estomacales de los tamanduás silvestres.
No se hallaron valores de referencia para las vitaminas del complejo B en tamanduás silvestres. Los valores encontrados para dichas vitaminas en la dieta estudiada son considerablemente inferiores a los de la dieta del DAK, y hubo grandes variaciones con el estudio de Trusk et al. (1992).
Conclusión
Los estudios realizados hasta el momento no son suficientes como para llegar a conclusiones absolutas ni definitivas. Sin embargo la dieta en estudio demostró a lo largo de los años haber sido apropiada en su cometido. La composición bromatológica de la fórmula estudiada resultó semejante a la de otros zoológicos que tampoco reportaron trastornos nutricionales.
Los valores de proteínas de la dieta estudiada fueron semejantes a los publicados con anterioridad sobre las dietas de otras instituciones. El valor de grasa obtenido en la dieta en estudio fue similar al obtenido por Oyarzun et al. (1992) en el análisis de los contenidos estomacales de tamanduás silvestres. La dieta en estudio deberá ser mejorada en su contenido de energía bruta, el que es muy inferior a los valores de referencia. Del mismo modo se deberá suspender la suplementación con vitaminas A, D, E y ácido ascórbico.
Acknowledgments
Al personal del Jardín Zoológico de Rosario, especialmente a Gisela Sica y Fabián Gauto, por la dedicación y respeto puesto en el cuidado de los tamanduás. Al personal del Zoológico La Aurora, encargados del cuidado de Tammy (Tamandua mexicana) en especial al Sr. Orlando Rosales, Luis Martínez y Roberto Rabay. A la M. V. Lucía Llarín Amaya, por su constante apoyo y colaboración. A la Dra. Mariella Superina, por sus aportes invalorables, sin los cuales esta publicación nunca se hubiese realizado.